Se trata, sin duda, de uno de los mejores conjuntos de cuevas del macizo del Montgri. Esta zona, además, plantea una moderada dificultad para buceadores con algo de experiencia en cuevas, pues en su interior no hay ramificaciones ni pasillos excesivamente complicados. Igualmente, siempre existe la posibilitad de salir al exterior sin grandes recorridos, y la abundancia de túneles con aberturas proporciona una iluminación de gran belleza y contraste de colores inolvidables. Un orifico del tamaño de un neumático que indica la entrada a 11m de una gruta de escaso recorrido (unos 25m), pero con bellos contraluces y la posibilidad de salir a respirar a la superficie al llegar al final (el aire se intercambia con el exterior ). Después se gira alrededor de la columna en dirección a la salida. Una vez fuera se toma rumbo sur pasando a través de un inmenso arco con abundante luz natural. Manteniendo el acantilado a la derecha se continua unos 30m hasta llegar a la entrada de otra cueva, situada a 12m de profundidad, que penetra en el acantilado en dirección este, y que conduce hasta una playa subterránea. En esta playa se puede salir del agua, contemplar la altura del techo y admirar sus formaciones calcáreas. Seguidamente se inicia el retorno hacia el exterior, pero antes de llegar a la boca de la gruta se encuentra, a la derecha, la entrada de un túnel que permite el paso de una persona sin problemas atravesándolo se desemboca en la más bella de todas las cuevas del conjunto. Si se continúa por la pared derecha unos 25m podrá verse la luz de la gran cámara aérea cuyos innumerables agujeros le aportan iluminación exterior. La sala grande desciende en la salida central hasta 17m, pero existen galerías laterales paralelas al acantilado con ventanitas que comunican con el exterior; si el aire lo permite y se desea avanzar por estos túneles, es fácil alcanzar los 20m. En este punto ha decidirse si se realiza el regreso por la cueva siguiendo el camino inverso o si se sale al exterior para regresar al barco.